1 de julio de 2019
El Programa Memoria del Mundo (MoW, por el acróstico en inglés) es una iniciativa de la UNESCO creada en 1992 con el fin de preservar el patrimonio documental del mundo –albergado en bibliotecas, archivos y museos- como símbolo de la memoria colectiva de la humanidad. Un patrimonio que, de acuerdo a su sitio web "refleja la diversidad de los pueblos, las culturas y los idiomas, pertenece a todos y debe ser plenamente preservado, protegido y accesible en forma permanente y sin obstáculos".
Para llevar a cabo este cometido, el Programa Memoria del Mundo se constituye por una Secretaría central, un Comité Consultivo Internacional, Comités Regionales y Nacionales, además de una vasta red de asociados en los sectores gubernamentales, profesionales y empresariales. En Chile, el Comité Nacional de la Memoria del Mundo-Chile fue fundado en 2001, dedicándose desde entonces (con el receso de algunos años) a elaborar y/o apoyar candidaturas al registro internacional, labores de promoción y sensibilización.
"Uno va en representación de si mismo y es convidado en vínculo a la trayectoria con el patrimonio documental. En mi caso, estoy en el comité desde el año 2013", explica el académico del Instituto de Míusica UC (IMUC) y coordinador del Archivo de Música Popular (AMPUC), Rodrigo Sandoval, quien recientemente fue nombrado presidente de la parte chilena de este Comité, actualmente compuesto por Soledad Abarca, del Archivo fotográfico y audiovisual de la Biblioteca Nacional; Gabriela Andaur, de la Universidad Alberto Hurtado y del programa de Modernización- de la gestión pública- del Archivo Nacional y del Ministerio de Hacienda; Karin Pereira, de la unidad de transferencia del Archivo Nacional; Samuel Salgado, director del CENFOTO, de la Universidad Diego Portales; y Amira Arratia, del departamento de documentación de TVN.
Este nombramiento, convierte a Rodrigo Sandoval en miembro del Comité del Programa Memoria del Mundo para América Latina y El Caribe (MOWLAC).
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Hasta ahora, ¿en qué ha consistido la experiencia del Comité Nacional de la Memoria del Mundo?
Lo que hace el Comité es trabajar sobre la sensibilización y transmisión del registro del patrimonio documental en los países, y en el caso de Chile, tenemos registrados a nivel mundial el fondo Jesuitas de América, disponible en el Archivo Nacional y los Archivos de Derechos Humanos de Chile. En el ámbito regional, se registran desde el año 2016, el Archivo General de Asuntos Indígenas, un archivo que tiene la CONADI con los títulos de merced del pueblo Mapuche; y también, la Lira popular chilena, que está mayormente resguardada en el Archivo de literatura oral y tradiciones de la Biblioteca Nacional, y en el Archivo central Andrés Bello de la Universidad de Chile. En el ámbito nacional no tenemos registros todavía, pero desde el 2011 hemos desarrollado talleres regionales para la conservación y protección del patrimonio documental en Santiago, Concepción, Valparaíso, Chañaral, Talca, y ahora vamos a hacer el quinto taller en la biblioteca regional Gabriela Mistral y el Museo Arqueológico de La Serena, el 29 y 30 de agosto.
¿Cuáles son los desafíos que se enfrentan a nivel nacional?
Propender que el Estado comience a desarrollar políticas vinculadas a la preservación y protección del patrimonio digital. Asimismo, propiciar la formación, desarrollo y capacitación de las personas que manejan el patrimonio documental en los países. En ambas líneas hemos desarrollado acciones. Estamos queriendo desarrollar este registro nacional, en el mismo momento en el que se está cambiando el Ministerio de las Culturas, en el que se está fortaleciendo el Servicio Nacional del Patrimonio, y además, cuando empiezan a existir conceptualizaciones respecto a los documentos, cuando el desarrollo conceptual existente en Chile en torno al patrimonio documental* empieza a tener otro vuelo, que calza, de alguna manera, con la definición desde la UNESCO. Aunque, de todas maneras, nosotros seguiremos con nuestras acciones de de trabajo.
¿Cuáles son los desafíos que se enfrentan a nivel regional?
Tratar de identificar ciertos elementos del patrimonio documental que hacen a la vida y la historia de los pueblos de América Latina. Que no son distinciones que tengan fronteras.
Por eso fue tan importante el registro regional de la Lira Popular, de literatura de cordel existente en Chile, en Brasil, en México, que conecta estos patrimonios con una cierta identidad; como también el valor que poseen los registros vinculados a propiedad indígena, que también son registros que no encontramos solo en Chile, sino que en la región y que son súper potentes y fundamentales.
Si piensas en el ejercicio que se hizo respecto de los Archivos de Derechos Humanos de Chile en el año 2003, cuando se hizo la declaratoria en la Memoria del Mundo se estaba identificando algo muy importante en la historia contemporánea de Chile y en particular hoy, y lo mismo podría decir de Jesuitas de América. Chile resguarda los fondos de los jesuitas que tras la expulsión terminaron vendidos como papel para envolver pescado en una calle de Madrid y un chileno los encontró, los compró y los trajo para acá. Sin embargo, hoy en este fondo uno puede hablar de las relaciones entre, no solamente las propias localidades en la Colonia, sino que también con la capital y los vínculos entre las regiones.
En términos personales, ¿qué significa para ti ser parte de esta instancia?
Un desafío enorme. Un ejercicio que se toma con una especie de seriedad y entusiasmo, porque uno reconoce un objetivo en la existencia de la UNESCO: hablar de la coexistencia democrática y pacífica en el mundo. Es un objetivo fundamental donde el patrimonio documental, que es desde donde yo provengo, tiene mucho que decir. Entonces, en ese sentido, está ese nivel de satisfacción y responsabilidad muy importante, pero por sobre todo una inquietud y ganas de participar.
Es interesantísimo, hay unos representantes de Guyana, de Granada y Trinidad y Tobago y son justamente estos lugares donde uno puede llegar a componer una idea de cooperación e integración. Incluso con la migración que tenemos hacia Chile, que no es nueva, el patrimonio documental puede ofrecer algunas pistas para trabajar y recibir de buena forma a las personas que llegan a Chile.
*El patrimonio documental es parte significativa y concreta de la memoria colectiva de los pueblos del mundo. Representa una parte importante del patrimonio cultural y se constituye por todas aquellas manifestaciones registradas que dan cuenta de la evolución del pensamiento, de los descubrimientos y de los logros de la sociedad. Es el legado del pasado a la comunidad mundial presente y futura. El patrimonio documental comprende una amplia gama de registros inscritos textuales y no textuales; imágenes (fijas); registros sonoros, audiovisuales y virtuales que son conservables, reproducibles y trasladables, que a través de su estudio y difusión contribuyen al conocimiento de una sociedad, un tiempo o un proceso determinado y a crear vínculos entre el pasado y el presente. Cada documento o grupo documental, ya sea una colección o fondo, presentan un contenido informativo y un soporte, que son valores intrínsecos patrimoniales que deben ser conocidos, preservados y transmitidos. Este y otros tópicos son profundizados en el texto Directrices para la salvaguardia del Patrimonio Documental preparado por la Unesco.
Fuente: Servicio Nacional de Patrimonio Cultural.
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