Entre el pasado y el futuro: las composiciones musicales de Tomás Koljatic

8 de agosto de 2022


El compositor y profesor de Música UC desde el 2007, que estrenó una de sus últimas piezas en la International Computer Music Conference 2022, conversa de sus procesos creativos que culminan tanto en trabajos para instrumentos barrocos, como en proyectos más inesperados que, por ejemplo, deben ser interpretados por un robot flautista.

photo_camera Praeludium, violín y electrónica, interpretada por Larissa O’Grady y Tomás Koljatic en Millennium Theatre, Irlanda. Felipe Otondo ©.

—Una vez una estudiante me preguntó si no era difícil componer bajo presión, pero para mí resulta todo lo contrario: lo difícil es componer sin presión —afirma Tomás Koljatic Silva (Santiago, 1981), que presentó hace un par de semanas una de sus últimas creaciones en el encuentro International Computer Music Conference 2022, que se realizó en la Universidad de Limerick, Irlanda.

Praeludium, pieza para violín y electrónica que hizo por encargo del profesor Gonzalo Beltrán –como parte de un proyecto pedagógico para introducir a estudiantes a la música contemporánea en Música UC–, fue interpretada por la violinista irlandesa Larissa O’Grady, el pasado 6 de julio en el Millennium Theatre.

—¿Cómo fue la experiencia de escuchar esa obra allá?

¡Magnífica! Larissa O’Grady es una intérprete absolutamente excepcional. Tiene una gran afinidad con la música contemporánea, tiene a su disposición una paleta riquísima de recursos violinísticos, pero sobre todo, tiene un manejo extraordinario de lo que Nadia Boulanger llamaba “la gran línea”: cómo conducir a gran escala la forma musical, con sus puntos de tensión y de distensión. Fue un honor trabajar con ella. Más allá de eso, asistir a la conferencia en su totalidad permite la ocasión de enfrentarse a nuevas ideas, de escuchar muchas otras músicas y de conocer gente que es la punta de lanza de la música por computador. Es un aliciente para tratar de mejorar y perfeccionarse constantemente. También fue un honor haber participado en la pieza Sibila, de Rodrigo Cádiz, un referente de la electroacústica en Chile, quien no pudo asistir de manera presencial a la conferencia.

En la línea de música contemporánea unida a la docencia, Koljatic también escribió recientemente Daedaleum, pieza para piano a cuatro manos, teclado y electrónica. La interpretación de esta obra estará a cargo de las pianistas Liza Chung, Eun Seong Hong y María Julia Mancero –estudiante de interpretación musical–, y su grabación debería comenzar a circular durante el segundo semestre de este año.

Pero también este compositor crea piezas musicales mirando hacia el pasado. Porque si sus estudios de Licenciatura en Matemáticas –que realizó como carrera paralela a Música en la UC– lo vinculan más a la abstracción de las creaciones contemporáneas, su labor de profesor en cursos como Historia de la música medieval y renacentista o Literatura musical 3 (donde cubre contenidos vinculados a la historia de la ópera) demuestra su gusto por músicas de otras épocas. De hecho, actualmente está escribiendo una obra para la Orquesta Barroca Nueva Mundo, como parte del equipo de trabajo de un proyecto Fondo de la Música 2022 a cargo del compositor Felipe Pinto D’Aguiar, de la Universidad Austral de Chile. Asimismo, se encuentra en proceso de escribir composiciones para clavecín, en el marco de un proyecto centrado en el barroco francés, en conjunto con el profesor Camilo Brandi.

"Muchas veces se produce una mezcla de procesos, ya que estoy metido en muchos proyectos: abro un archivo y trabajo intensivamente ahí, luego me meto en otro y después vuelvo al que había dejado en pausa, y así", cuenta Tomás Koljatic.

—¿Cómo lo haces para pasar de la música barroca a la música electrónica?

Un compositor me dijo una vez que componer se trataba de encontrar respuestas nuevas a las preguntas de siempre. En ese sentido, si bien entre un estilo y otro cambian las herramientas, las sonoridades y las estéticas, quizás es más lo que nos une que lo que nos separa. De todos modos, acostumbro a estar metido en varios proyectos a la vez y las piezas que debo escribir, tengan o no tengan electrónica, por lo general igual utilizo el computador para componerlas. En cierto sentido la informática es un hilo conductor. Muchas veces se produce una mezcla de procesos, ya que estoy metido en muchos proyectos: abro un archivo y trabajo intensivamente ahí, luego me meto en otro y después vuelvo al que había dejado en pausa, y así. Hay una influencia recíproca de un proyecto a otro.

Sibila, creación del profesor de Música UC Rodrigo Cádiz, que Tomás Koljatic llevó hasta la International Computer Music Conference 2022. Felipe Otondo ©.

Formación musical: Bloomington

"El sistema escolar era bien completo, había mucha actividad extraprogramática y tomé todos los cursos optativos en el área musical. Primero empecé con clases de instrumento y ya con 15 años tomé clases de armonía", dice el compositor y académico de Música UC.

Ya que sus padres estaban cursando estudios de doctorado en Estados Unidos, Tomás Koljatic tuvo que vivir algunos años en una pequeña ciudad de Indiana a mediados de la década del 90. Así que durante la adolescencia participó en la orquesta de su colegio, como intérprete de contrabajo.

—En ese momento me comenzó a interesar la música clásica. El sistema escolar era bien completo, había mucha actividad extraprogramática y tomé todos los cursos optativos en el área musical. Primero empecé con clases de instrumento y ya con 15 años tomé clases de armonía —recuerda. Además, en ese periodo aprovechó de asistir al Musical Arts Center, de la Universidad de Indiana, donde fue ampliando su cultura musical.

El tránsito a la música contemporánea

Una vez en Chile, con 17 años, Tomás continuó en su búsqueda de nuevos sonidos. “A través del programa Siglo XX de Radio Beethoven conocí la música de György Ligeti y de Pierre Boulez. Además, en esa época empecé a asistir al Festival de Música Contemporánea UC y poco a poco me fui metiendo en lenguajes más contemporáneos”, dice. El acceso y el gusto por la electroacústica, explica, fueron parte de un proceso largo, ya que unos años después, mientras cursaba Composición en Música UC, la carrera en ese momento no ofrecía ningún curso enfocado exclusivamente a la electrónica, así que se dedicó a investigar por su cuenta con programas que apenas corrían en su computador de la época. En ese momento decidió que, a mediano plazo, tenía que salir de Chile para continuar con su formación.

Entonces Koljatic, mientras terminaba sus estudios de Matemáticas y hacía clases como instructor adjunto en Música UC, se preparó para ingresar al Conservatorio de París. “No sabía muy bien hacia dónde ir y fui decantándome por París fundamentalmente porque era una institución muy prestigiosa que me permitiría avanzar en la composición tanto instrumental como electrónica. Además conocí, un poco por azar, a Frédéric Durieux, un profesor de composición cuyo enfoque me gustaba mucho y quien me sugirió que postulara al conservatorio. Así que estuve más o menos un año preparándome y afortunadamente se dieron las cosas, y entré al ciclo de formación superior que, al cabo de cinco años culmina en un magíster”, explica sobre esos días en París, donde también tuvo la suerte de entrar en contacto con otros profesores como Denis Cohen (en orquestación), Claude Ledoux (en análisis musical), y Luis Naón, Tom Mays y Karim Haddad (en informática musical).

Creaciones de París a Santiago

Aprovechando su estadía en la capital francesa, Tomás también se formó en el reconocido Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique (IRCAM). En esa institución compuso una pieza para un instrumento experimental, un arpa MIDI, por entonces un prototipo, construido por la compañía Camac.

—Es un instrumento magnífico, que reúne las virtudes del arpa acústica, pero que puede amplificarse y conectarse con un computador. Lamentablemente, dado que el instrumento es muy raro, esa pieza no ha podido circular demasiado. Probablemente debiera realizar una versión alternativa para que pueda tocarse por un arpa tradicional,  ¡quizás en un próximo proyecto!

Tomás Koljatic Silva, académico de Música UC. César Cortés ©.

Además, en 2011, escribió Taschensymphonie, una especie de sinfonía de cámara para ser interpretada por 15 músicos. “A mí por lo menos las cosas no me suelen quedar totalmente satisfactorias a la primera, así que hice varios cambios a la obra original, sobre todo retoques a la instrumentación, y esta nueva versión quería presentarla en concierto”, detalla sobre este trabajo que está realizando con el profesor y director musical Aliocha Solovera, para programar la obra en noviembre de este año.

Finalmente, hace unas semanas, Koljatic fue a los talleres de robótica en Ingeniería para conocer al próximo intérprete de la obra que le encargaron. Se trata del primer prototipo de un robot flautista, creado por un equipo que lidera Patricio de la Cuadra, profesor de las Facultades de Artes y de Ingeniería.

Patricio de la Cuadra y el sonido de las flautas digitales imposibles

—Es como estar escribiendo para un principiante en un instrumento, pero que tiene limitaciones muy distintas. No es tan fácil hacer que un robot toque flauta de pronto (ríe). Por otro lado, tiene cualidades que ningún intérprete humano puede tener, por ejemplo, una capacidad “pulmonar” absolutamente ilimitada. Estamos trabajando con un modus operandi en el que me presentan qué tipo de cosas puede hacer el robot, qué tipos de sonidos puede emitir, cómo son las transiciones entre un sonido y otro, y con ese repertorio de recursos trato de ir dándole una forma musical —comenta sobre este proyecto que pronto tendrá más avances.

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