15 de septiembre de 2022
photo_camera Exposición colectiva Futuros Ancestrales, de la Minga Nómade, en la Sala de Artes Visuales del Parque Cultural de Valparaíso. Danilo Espinoza ©.
—Actualmente existe un debate profundo en torno al reconocimiento de los pueblos originarios como naciones preexistentes a la constitución de los estados en la región —dice Francisco Schwember, artista y profesor de la Escuela de Arte, mientras realiza los últimos ajustes al montaje de las obras en la Sala de Artes Visuales del Parque Cultural de Valparaíso.
Exhibición donde también participan los académicos de la Facultad de Artes Iván Zambrano y Danilo Espinoza, y Rodrigo Castro Hueche y María Jesús de Val, titulados del Magíster en Artes UC.
Futuros Ancestrales es la primera exposición de la Minga Nómade que abarca la totalidad de sus proyectos, que surgieron el 2016 como una plataforma colectiva y transdisciplinar, donde confluyen las reflexiones y prácticas propias del arte contemporáneo, del arte indígena y del arte popular, en diálogo con la educación, la filosofía, el patrimonio, la antropología, las ciencias biológicas y la geografía.
Los Decolonizadores: Wachuma. Francisco Schwember. Cactus wachuma, tierra, acero corten, roble. 2022. Al fondo, las obras de Danilo Espinoza Duhatao / Lugar de los recuerdos. Humo sobre tela. 2022, y Amutui Lafken II. Humo sobre tela. 2022. Danilo Espinoza ©.
"Recorremos diversos territorios en Chile, Perú y México para generar espacios de encuentro con distintos pueblos originarios y comunidades", dice Francisco Schwember.
—Junto con el trabajo colectivo propio del concepto minga, también asumimos la palabra nómade y justamente recorremos diversos territorios en Chile, Perú y México para generar espacios de encuentro con distintos pueblos originarios y comunidades, y así construir otro tipo de escenarios para generar arte y conocimiento nuevo, —explica sobre su modo de trabajo, que junto con esta muestra incluye la publicación Travesías por el conocimiento invisible, disponible para descarga gratuita y cuyos contenidos se pueden usar libremente bajo una licencia de Creative Commons de uso no comercial. Proyectos que han contado con el apoyo del Concurso de Cultura y Creación Artística 2019 y del concurso de investigación Interdisciplinaria 2019.
Una parte de la sala de exposición da cuenta del trabajo realizado entre 2019 y 2022 en los centros de creación del Estado, Cecrea, de Chiloé, Valdivia y San Joaquín, a través de un convenio entre el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas, CIIR, de la UC.
Réplica de muro de los sueños, obra colectiva junto a niñas y niños de Cecrea de Valdivia. Elaborado con tiza, cestos de boqui, fibras teñidas con tintes naturales y materiales encontrados. 2022. Danilo Espinoza ©.
—Trabajamos con niñas y niños de entre 7 y 12 años. En ellos estaba muy presente la idea del daño causado por el hombre en la Tierra y justamente aparecían cosmovisiones indígenas con las que era posible dialogar —detalla Schwember sobre estas sesiones.
En el caso de Chiloé surgió la figura del Ngen, espíritu que protege la naturaleza y volvía para enfrentar el cambio climático, y en Valdivia trabajaron con la inalonko Verónica Henríquez y la lawentuchefe Julia Santibáñez, sabias mapuche que le enseñaron a las niñas y niños sobre el color: "Con lógicas completamente distintas a las que se enseñan en la Escuela de Arte, con una dimensión espiritual y asociadas a la curación. Ahí, con los materiales naturales del entorno valdiviano y los conocimientos del mundo indígena, construyeron trabajos que abordaban el color y la intervención del territorio justamente para sanar y reparar".
En cuanto a las obras expuestas, como instalaciones, pinturas de gran formato, esculturas, fotografías y mapas intervenidos, Francisco Schwember indica que las y los artistas participantes asumen su pertenencia a pueblos originarios o su condición mestiza al trabajar las obras. "En esta lógica que menciona Gabriel Salazar, donde el mestizaje aparece como un mundo que no tiene tradiciones, lenguaje, historia, ni territorio propio. Desde ese lugar nosotros tratamos de preguntarnos cómo dialogamos con el mundo indígena, entendiendo que el pensamiento decolonial ayuda mucho a rescatar este conocimiento pre existente que fue invisibilizado por el mundo occidental. Entonces tiene que ver con recuperar esa historia que seguramente se perdió en mi familia y en la de muchos otros, de vínculos culturales que desaparecieron", opina el artista.
Bitácora de Viaje, de María Jesús de Val. Libro de artista encuadernado a mano, interior Cianotipo sobre papel Hosho Select de 80 gr de Awagami. 2020-2021, en el marco del Magíster en Artes, vía Creación. Imagen cortesía de la artista.
—¿Cómo es trabajar en estos temas desde una universidad católica?
Lo primero es indicar que la herida colonial sigue pendiente y nosotros como la Minga Nómade sí asumimos esa carga histórica de violencia, donde también tenemos que asumir que somos sujetos que tenemos un rol de responsabilidad en validar y reconocer otras formas de conocimiento que han sido perseguidas y destruidas. Y abordamos el trabajo académico y artístico como un servicio a la comunidad, que realizamos de manera muy respetuosa con los pueblos originarios y con la mayor horizontalidad posible. La idea es encontrarnos en igualdad de condiciones en el diálogo y en la construcción de obras.
—El título de la muestra propone mirar estos conocimientos hacia el futuro. Si puedes hablar de eso.
Futuros Ancestrales es el título que acuñó el curador, José de Nordenflycht, y es interesante porque habla de esa idea de mirarnos desde una lógica que implica recorrer lugares y culturas que dan cuenta de la densidad y de la riqueza de las formas de vida que siguen existiendo en América y que han sido históricamente invisibilizadas. En ellas es posible reconocer y recuperar prácticas y experiencias que permiten co-imaginar futuros alternativos al horizonte de colapso civilizatorio que parece imponerse a nivel global. En esta mirada el pasado está delante de nosotros, como posibilidad real de recuperar formas de habitar el mundo donde el cuidado de la vida es el principio ético fundamental.
—En ese sentido ¿Qué aprendizajes destacarías del trabajo realizado por la Minga Nómade para este proyecto expositivo?
El proceso de trabajo ha enfatizado el valor de lo colectivo y lo transdisciplinar, así como las posibilidades de la práctica artística como investigación de generar nuevo conocimiento en diálogo con otras formas de conocer, usualmente no reconocidas dentro de la tradición occidental. Este ha sido un trabajo de redescubrimiento de una América perdida donde Abya Yala contiene múltiples mundos de gran vitalidad: en el antiguo Tawantinsuyu, en Anáhuac, en el Wallmapu o en el sistema fluvial Ucayali-Apurimac, donde se han elaborado y cultivado prácticas y experiencias de vida que proponen otras formas de habitar, educar y crear. Como artistas, investigadores y educadores, ha implicado un profundo desafío a las concepciones individualistas que muchas veces orientan nuestra labor, para reorientar nuestro trabajo hacia la colaboración, la reciprocidad y la afirmación de la responsabilidad hacia otras formas de vida con las que compartimos el mundo.
Expositores: Rosario Arteaga, Rodrigo Castro-Hueche, Loreto Millalén, Maria Teresa Curaqueo, Danilo Espinoza, Francisco Schwember, Ivan Zambrano, Junita Romayna, Luz Isamani, Sandra Brito, María Jesús de Val, Felipe Palma, Sofia del Pozo, Alejandro Valdeavellano.
Colaboradores: Antonia Condeza, Guillermo Marini, Paula Hernández, Manuela Méndez, Catalina Melo, Giovanna Bacchiddu, Anaïs Barzúa, Luz Guzmán, Tatiana Pavez, Ángel Aedo, Paulina Faba, Luis Panduro, Claudia Menéndez, Celeste Bizama.
Curaduría: José de Nordenflycht.
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