8 de junio de 2021
“Eres un Fitzcarraldo haciendo realidad los sueños” le decía Roberto Farriol a su amigo y colega Hernán Miranda Castillo (1949-2021), artista y académico UC que falleció la tarde del lunes 7 de junio, a la edad de 72 años.
Y es que Hernán Miranda no solo dedicó su vida a gestar un trabajo artístico propio, sino que, al igual que el protagonista de aquella película de Werner Herzog, trabajó incansablemente por acercar la experiencia artística a más lugares. Prueba de ello fue su obstinación por habilitar unas antiguas bodegas a la orilla del río Calle Calle y convertirlas en el actual Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Valdivia. Dicha proeza, iniciada en 1994, lo llevó a ser considerado pionero en la descentralización de la cultura en regiones.
“Es una gran pérdida para la comunidad, por su vocación para formar a nuevos artistas, por su excepcional calidad humana y su motivación para descentralizar la cultura en Chile, como impulsor y director del Museo de Arte Contemporáneo en Valdivia", lamentó el rector Ignacio Sánchez.
Para el decano de la Facultad de Artes UC, Alexei Vergara, “el profesor Miranda fue sin duda una de esas personas que dejó huellas importantes y profundas en nuestro medio artístico. Fue un maestro de toda la vida y formó generaciones de artistas visuales. Su gesta para levantar el MAC en Valdivia es única e invaluable. Y como artista fue un reflejo maravilloso de sus tiempos”, destaca.
El profesor Hernán Miranda en abril de 2017, durante la inauguración de los laboratorios de la Escuela de Arte. Junto al rector Ignacio Sánchez, y el entonces vicerrector académico, Juan Larraín.
Hernán Miranda Castillo perteneció a nuestra comunidad universitaria por más de 40 años. Primero como estudiante, discípulo de Mario Carreño, y luego como un profesor dedicado y entrañable. “Hernán era alguien de una gran generosidad con sus pares y estudiantes, con una mirada centrada en el bien común. Era un profesor querido y admirado por su nobleza y amor en la enseñanza de la pintura. Era caballero, amable, elegante y gentil, con una eterna sonrisa que no olvidaré”, recuerda la directora de la Escuela de Arte UC, Alejandra Bendel, quien conoció a Hernán Miranda Castillo siendo su alumna en 1988.
“Hay que destacar que no fue una persona mezquina como podría darse en casos de personas que llegan a cierto grado de importancia. Al contrario, siempre buscó la innovación, gente que ojalá funcionara, sin discriminar. Para Hernán no había diferencias entre los grandes, los medianos y los pequeños artistas. Para él eran todos importantes”, afirma su amigo, el artista y académico UC Roberto Farriol.
1993, Campus Lo Contador. De pie: Roberto Farriol, Jaime Cruz, Iván zambrano, Carlos Fernández, Juan Bustamante, Jorge Sepúlveda, Mónica Espinoza, Óscar Baeza, Pedro Millar, Alejandro Nuñez, Flavia Muzio, Arturo Hevia, Alex Quinteros, José Ignacio Cañas, Francisco González- Vera, Eduardo Vilches, Hernán Miranda, Felipe Carrión. Sentados: Patricia Novoa, Gonzalo Cienfuegos, Soledad Vial, Gaspar Galaz, Gracia Barrios, Carolina Araya, María Elena Farías, Carolina Larrea, Klaudio Vidal, Juan Mayor.
Así también lo recuerdan los artistas y profesores de la Escuela de Arte, Ricardo Fuentealba y Gastón Laval, quienes en principio fueron estudiantes y ayudantes de sus cursos, pero que luego se convirtieron en pares y amigos.
“Hernán siempre fue una persona que apoyó a estudiantes jóvenes. Tuvo una cantidad importante de ayudantes en sus cursos de pintura en primer, segundo y tercer año. Yo fui su ayudante entre 1996 y 1997, y hasta el día de hoy teníamos hartas conversaciones de patio, que es lo que yo valoro. Siempre fue de una línea muy acogedora, desde el punto de vista de lo humano. Era muy fácil encontrar a Hernán dando vueltas en algún lugar, visitando una galería o tomándose un café”, recuerda Ricardo Fuentealba.
Una experiencia similar describe Gastón Laval: “A Hernán lo conocí como alumno de la Escuela de Arte en 1987. Él fue mi profesor de pintura, de un taller de pintura básica. Luego fui su ayudante y en pocos meses ya nos convertimos en amigos. Bien cómplices hasta el día de hoy, que éramos colegas”.
Tanto Roberto Farriol como Ricardo Fuentealba destacan el papel de Hernán Miranda en la contratación de Gracia Barrios y José Balmes por parte de la Escuela de Arte UC, en 1986, cuando este matrimonio de artistas volvió del exilio. “Fue una decisión muy valiente por parte de la Universidad Católica y Hernán, quien en ese entonces era jefe de la línea de Pintura de la Escuela de Arte”, explica Fuentealba.
Como académico, la principal preocupación de Hernán Miranda fue la enseñanza del oficio de la pintura en su versión tradicional y experimental, con los consabidos desplazamientos propios de la disciplina. “ Me formé dentro de una generación que a comienzos de los años ochenta supo reivindicar la vigencia de la pintura como práctica contemporánea, un dato pertinente, que de algún modo explica mi constante afán por enseñarla y mantenerla, siempre en diálogo con la historia –desde la cita- y con la incorporación de algunas nuevas herramientas tecnológicas”, afirmaba el artista en 2018.
“En términos pictóricos, él provenía de un linaje singular. En el sentido que la pintura en los 80 fue una pintura principalmente de manchas, chorreos y formas abiertas. Hernán era heredero de Mario Carreño, un artista que viene más bien de la metafísica. Su pintura es más bien de forma cerrada, de una aplicación más bien gráfica del color”, explica Gastón Laval.
Sobre su relación con Mario Carreño, Roberto Farriol cuenta que “Hernán lo admiraba y él fue determinante para su pintura. Fue su alumno en el curso de Teoría del Arte, pero Hernán lo visitaba en su casa y en su taller. Fue allí donde aprendió esa técnica que tenía hasta ahora, y que es resultado de la pulcritud y el rigor”.
La realidad de las imágenes (1992). Técnica: óleo sobre lino. Dimensiones: 1.65 x 6.60 m. Colección MNBA.
Desde el punto de vista de Gastón Laval, en una primera etapa Hernán Miranda elaboraba escenas solitarias, metafísicas, o como él les llamaba Paisajes urbanos. Luego, las pinturas se transformaron en una suerte de collage. “Hernán trabajaba con el concepto de la imagen de archivo como estrategia de construcción de sus imágenes, donde él principalmente interrogaba la historia. Él utilizaba publicaciones donde sacaba información que luego reelaboraba y eso es especial de Hernán, porque a diferencia de Carreño, él desarrolla más allá. Es una estética vinculada al pop, un pop bastante gráfico en general. Que dialogaba con la historia contemporánea”, indica el académico UC Gastón Laval.
“Todo lo que de alguna manera él reflejaba en su imagen estaba presente. En ese sentido diría que es un artista del realismo, bastante pop también, vinculado con los medios de comunicación, con la publicidad, con la televisión, con todo”, coincide Roberto Farriol.
Las obras de Hernán Miranda han sido expuestas en innumerables espacios de exhibición y pertenece a diversas colecciones nacionales, públicas y privadas. Una de sus exposiciones destacadas fue la retrospectiva “Exposición Antológica 1979-2013” realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2013, espacio que cuenta con dos obras suyas como parte de su colección. Además, dos de sus trabajos pertenecen a la colección MetroArte y se encuentran instalados en las estaciones de Metro Universidad de Chile y Baquedano de forma permanente.
"Su relación con Valdivia era la que uno siente con su lugar de origen: una atmósfera, un color y relaciones humanas particulares. Ese fue el lugar donde finalmente logró desarrollarse como artista, en un taller mirando el río", comenta Roberto Farriol -también oriundo de la ciudad atravesada por el Calle Calle y el Cau Cau- sobre su amigo Hernán Miranda.
Ese gesto de viajar a Santiago a estudiar y trabajar, pero volver a Valdivia constantemente a crear y desarrollar proyectos locales, es una arista que a José Manuel Izquierdo -valdiviano y Director del Postgrado en Artes UC- también le gusta destacar. "Al regresar Hernán trató de instalar un espacio y una cultura del arte contemporáneo justamente en un edificio patrimonial abandonado, que pertenecía a las antiguas bodegas de la cervecería Anwandter y que era testigo privilegiado de la historia de la ciudad. Lo cual fue mucho trabajo, años de diálogos, de trabajo político y académico, hasta que finalmente logró instalar ese espacio", explica sobre las gestiones que desarrolló el gestor para la creación del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Valdivia en el año 1994, en conjunto con la Universidad Austral.
El museo, emplazado en una isla conocida como Teja, inauguró su primera muestra en 1996 con Proyecto Valdivia, en que participó Roberto Farriol, Ismael Frigerio y Francisco Smythe, entre otros artistas.
Sobre la importancia de ese espacio para la comunidad del puerto fluvial, José Manuel Izquierdo reflexiona que el MAC de Valdivia "es uno de los museos más importantes del sur de Chile y por eso le entregaron el Premio Municipal de Arte 2020, que es la distinción más importante para la cultura a nivel local". De esa manera, Hernán Miranda Castillo se convirtió en la octava personalidad en obtener esta mención en la capital de la Región de Los Ríos, entregada por la Corporación Cultural Municipal. Distinción merecida, para una persona que fue, en palabras de Izquierdo: "Una figura central para la cultura valdiviana y también una persona muy querida en la ciudad".
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