Las artes durante la Dictadura por Alexei Vergara

8 de septiembre de 2023


Por Alexei Vergara, decano de la Facultad de Artes UC.

Este año he tenido que referirme a los 50 años del Golpe de Estado en diversos proyectos artísticos que han rememorado este el horrible evento, durante el año. En ambas ocasiones, me referí a que la profundidad de la herida traumática que dejó el Golpe de Estado es tan fuerte, que persiste hasta hoy. Pareciera que no podemos dejar atrás el dolor del horror de una dictadura inmisericorde. De hecho, aún nuestros artistas tratan el tema en sus obras, incluso los jóvenes que no vivieron el Golpe, pero que heredaron de sus padres o abuelos el trauma atávico.

Es que cuando no hay reparación o justicia es difícil cerrar la herida.

Sin embargo,también es bueno referirse a la importancia de las obras de la época desde un lugar más personal, en cómo nuestra convivencia con el arte era de complicidad, de diálogo necesario y hasta de una forma de sobrevivencia espiritual, porque sin la valentía de los teatristas, de los músicos, de los artistas visuales, quizás no habríamos podido integrar e incluso soportar simbólicamente los acontecimientos.

Los teatros independientes, por ejemplo, presentaban obras críticas contra el régimen y si bien eran coyunturales, procuraban mantener los cánones de una buena obra, sin ser panfletarias o facilistas en el discurso. Incluso los espacios institucionales como nuestra propia universidad, programaba buscando en los clásicos, dar respuesta a las inquietudes del público, que aprendió a leer entre líneas y entender que Segismundo de La Vida es Sueño era un símbolo de la falta de nuestras propias libertades.

Lo mismo ocurrió con las artes visuales, con obras que aún hoy mantienen su valor artístico, sin perder su esencia crítica o testimonial.

La música popular también hizo lo suyo, tanto en el país como en el exterior. No perdió su identidad y fue fundamental para mantener la moral de los exiliados y dar a conocer al mundo los horrores de la dictadura cívico militar.

El arte develó nuestras penas y tragedias, pero cumplió su labor de ser reflejo de su gente, no se alienó y permitió que pudiéramos reflexionar, sentirnos interpretados y también acompañados. Es raro decirlo, pero a pesar de todo, hoy recuerdo con agradecimiento profundo la alegría que sentía cuando mi mamá me llevaba al Ictus a ver teatro, cuando la profesora del liceo nos llevaba al Teatro de la Universidad Católica y al Antonio Varas y compartíamos un rito entre quienes cómplicemente pensábamos y sentíamos lo mismo.

Hoy, en conmemoración de los 50 años del quiebre democrático que cambió el curso de nuestra historia, no olvidemos que las artes continúan siendo un baluarte para la memoria y un lugar de reflexión sobre las injusticias de nuestra sociedad. Cuidemos los espacios de creación e investigación de las artes, como una responsabilidad con las nuevas generaciones. Para que nunca más un régimen totalitario como el que vivimos aquellos años, reprima nuestro quehacer.

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