22 de abril de 2022
photo_camera Festival de libros, organizado por La oficina de la nada.
—No toda persona que hace libros de artista es un artista y no todo artista que hace un libro crea un libro de artista —dice Carolina Larrea (Santiago, 1968), académica de la Escuela de Arte y Jefa del Magíster en Artes UC.
Carolina, que en 2005 fue a profundizar sus estudios sobre el papel en el Center for the Book, de la Universidad de Iowa, también terminó especializándose en la disciplina de estos otros libros al tomar el curso Artist Book. "El concepto de libro de artista es amplio y polémico, porque si le preguntas a un grupo de diez artistas, libreros y teóricos, vas a tener diez concepciones distintas. Pero una de las que siempre planteo en mis cursos es que un libro de artista es una disciplina, como la pintura o el grabado, con la particularidad que lo que expones queda expresado en su mejor versión a través de un libro", aclara la artista que a la fecha ha creado seis obras de este tipo.
Carolina Larrea, académica de la Escuela de Arte y Jefa del Magíster en Artes UC.
Luego de su paso por Estados Unidos, al volver a Chile a la Escuela de Arte, Larrea incluyó esta materia en su cátedra Papel como medio de expresión, pero sentía que esto debía ser estudiado y practicado de una manera más amplia por sus estudiantes. Así que en 2007 comenzó a dictar el curso Libros de artista, que realiza hasta la actualidad. "Les puse el mismo ritmo que tuve que cumplir en Iowa, con ejercicios de entrega una vez por semana, y a fin de curso les pedía hacer una edición final con una presentación en que se intercambiaban las ediciones entre ellos. Si eran 18 estudiantes, había que hacer una edición de 18 ejemplares. Entonces llegaban con 18 libros iguales y se iban con 18 libros distintos. Era bien entretenido eso", recuerda.
Derechos y Reveses, de Carolina Larrea, 2020. Códex de papel japonés, papel de abacá y papel tejido de lino. Con grabados en fotopolímero y litopoliéster.
Además, el curso incluía otros ejercicios prácticos, como hacer libros en miniatura de máximo cuatro centímetros y también tenían que intervenir libros que ya existían. Ahí los y las estudiantes experimentaban con una diversidad de obras, como textos técnicos sobre electricidad, guías telefónicas y también la Biblia.
Exposición de las obras hechas por estudiantes en el curso Libros de artista. Escuela de Arte.
Fernanda Aránguiz M. (Rancagua, 1989) fue una de las personas que cursó el ramo de Carolina Larrea en 2013. Para la entrega final, que consistió en intervenir un libro, ella tomó el poemario La nada o el Infinito, de José María Aldunate (Editorial Nascimento, 1958) le sacó todas sus páginas y con un cuchillo y una goma las borró casi en su totalidad. "El libro estaba viejo, entonces la tinta sobresalía de la superficie de la página y era posible rasparla. Luego, uní estas hojas sueltas para formar un acordeón, lo que permite una lectura continua que materializa el infinito, mientras la nada se encontraba presente en la borradura de los textos", detalla la estudiante titulada de la Facultad de Artes.
"Me encontré con esta hermosa posibilidad de repensar el libro, el papel y la impresión como algo que puede también ser soporte de arte", dice Fernanda Aránguiz M.
La nada o el infinito, de Fernanda Aránguiz M. Naranja Publicaciones, 2016.
Aránguiz, que desde su infancia mantiene el hábito de escribir a mano en cuadernos tipo diario, antes de ingresar a la UC cursó cinco semestres en Teoría e Historia del Arte, en la U. de Chile, donde comenzó a profundizar en la práctica de la escritura. Una vez en la Escuela de Arte, exploró con el dibujo y acuarela, pero cuenta que: "No me sentía del todo cómoda ni tan identificada con estos medios, entonces me encontré con esta hermosa posibilidad de repensar el libro, el papel y la impresión como algo que puede también ser soporte de arte. Desde la escritura esto se me hizo muy natural y así, de a poco, me apropié de este otro formato de libro". De hecho esa primera obra libro, creada en el curso de Carolina Larrea, fue editada por Naranja Publicaciones el año 2016 (reeditado en 2018 y 2019) con motivo de la 1º Feria Deriva de Arte Impreso 2017 desarrollada en Porto, Portugal, y forma parte de importantes colecciones internacionales de libros de artista, como la Joan Flasch Artist’s Book Collection (Chicago, EEUU) y la Colección de Libros de Artista de la Fundación Serralves (Porto, Portugal).
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A la fecha de hoy, Fernanda tiene más de 20 publicaciones en distintos formatos. Una de ellas es PUBLICAR, proyecto de investigación que realizó, financiada con un Fondart, el año 2020. Se trata de una edición de 300 ejemplares, en cuyas páginas se accede a una serie de piezas gráficas/colaboraciones de personas que se dedican a estos formatos ya sea desde la práctica o desde la teoría.
Fernanda Aránguiz M. en su taller de trabajo. Natalia Hurtado ©.
—Mi idea en PUBLICAR era que todo lo que hemos estado haciendo y pensando, quizás algunos más y otros menos conscientemente, estuviera en algún lado. Que estuviera escrito, se pudiera ver, consultar y analizar desde distintos aspectos. Que permitiera visibilizar la inter y multidisciplinariedad de lo que significa dedicarse a publicar, más allá de los libros de artista.
"El autor de estos libros es una persona que en cierto modo se multiplica y que está pendiente de todos los aspectos de la publicación. En mi caso, dependiendo del proyecto, he sido escritora, diseñadora, encuadernadora, hasta community manager y distribuidora", cuenta la artista.
Una de las ideas que resalta Fernanda Aránguiz M. en esta publicación, es la cantidad de acciones que debe desarrollar quien realiza este tipo de producciones. "Como plantea Ulises Carrión, escritor y artista mexicano clave en la bibliografía sobre libro y arte, el autor de estos libros es una persona que en cierto modo se multiplica y que está pendiente de todos los aspectos de la publicación. En mi caso, dependiendo del proyecto, he sido escritora, diseñadora, encuadernadora, hasta community manager y distribuidora", cuenta sobre su trabajo. De ahí continúa con otro punto importante, que es la colaboración. Esto porque al vincularse y requerir de especialidades distintas, con sus respectivos saberes técnicos, se hace necesario pedir ayuda a otras personas en temas tan importantes como la impresión, por ejemplo.
PUBLICAR, de Fernanda Aránguiz M, 2021. Actualmente la artista está trabajando en una edición digital a partir de esta investigación.
Las obras creadas por Fernanda van más allá de lo que se define como libro de artista; como libros objeto, libros obra y piezas gráficas o afiches. Para romper ese molde conceptual, le fue de gran ayuda asistir en 2017 a la charla que hizo la académica alemana Anette Gilbert en el Goethe Institut, organizada por La oficina de la nada en la primera versión del Festival de libros. "Al escucharla y después leer su libro Publishing as Artistic Practice, coincidí con la idea que ahora las discusiones en torno a este ámbito están más enfocadas en la práctica de publicar que en el objeto en cuestión. Y para mí también, como artista publicadora, me parece mucho más interesante centrarme en los procesos que en los resultados. Más allá de que los resultados son bacanes, interesantes y nos gusten", afirma.
—Nosotros pensábamos que iban a llegar tres pelagatos, como ocurre en estas cosas académicas o de la literatura —dice Megumi Andrade Kobayashi (Santiago, 1985) al recordar las expectativas que tenían desde La oficina de la nada para la primera versión del Festival de libros de artista, que se realizó en el Goethe Institut el 2017. "Pero finalmente llegó mucha gente de diseño, artistas, editores y libreros. Fue bonito darnos cuenta que había mucho interés, ya que éramos realmente muy neófitos en esto, trabajando desde la intuición y el amor por los libros", recuerda esta profesora de la Escuela de Literatura, de la U. Finis Terrae.
Colectivo La oficina de la nada: Marcela Labraña, Felipe Cussen, Ricardo Luna y Megumi Andrade.
Fundada el 2016 por Felipe Cussen, Marcela Labraña y Megumi Andrade, La oficina de la nada es un colectivo que funciona como grupo de investigación, enfocado fundamentalmente en abordar los vínculos entre la literatura, las artes visuales y la música. Un un primer momento trabajaron en el marco del Fondecyt “Poéticas negativas” (2016-2019), al cual también se sumaron Jimena Castro y Valentina Bulo, y actualmente continúan con “Ejercicios de estilo: procedimientos y potencialidades en la literatura contemporánea” (2019-2023), proyecto Fondecyt que ejecutan junto a Ricardo Luna.
A la fecha, han realizado cuatro ediciones del festival, apoyados desde la segunda versión por el Campus Creativo de la UNAB. Como colectivo, en estos encuentros se han dedicado a trabajar minuciosamente la curatoría de exposiciones de libros, fanzines, libros de artista y arte impreso. Además de la producción de talleres gratuitos abiertos al público, lanzamientos, performances de poesía sonora y de arte sonoro, junto a la gestión para contar con importantes invitadas/os internacionales, como curadoras/es, críticas/os y escritoras/es, que consideran relevantes para el ámbito de la publicación.
Festival de Libros, La oficina de la nada. Realizado en el Campus Creativo de la UNAB.
"Una de las gracias que tiene el libro, y las publicaciones en general, es que abren campos de relación y establecen cruces disciplinares entre el diseño gráfico, la edición, la literatura, las artes visuales y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con la dimensión performática que está asociada a los libros", dice Megumi Andrade Kobayashi.
En su última edición, el festival tuvo un cambio importante y sacaron de su título la palabra artista. Megumi explica que si bien el libro de artista es un concepto bien instalado dentro del arte contemporáneo: "Nos empezamos a sentir incómodos con el libro de artista porque sentíamos que nos restringíamos demasiado a un ámbito. Y una de las gracias que tiene el libro, y las publicaciones en general, es que abren campos de relación y establecen cruces disciplinares entre el diseño gráfico, la edición, la literatura, las artes visuales y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con la dimensión performática que está asociada a los libros".
Libros quemados de la biblioteca de Allan Meller. Valparaíso, julio de 2018. Detalle de la vitrina n°3 en la segunda edición del Festival de libros.
Actualmente La oficina de la nada se encuentra en pleno proceso de elaboración de la curatoría del festival de este año, que se va a realizar en julio. A modo de adelanto, cuenta que el colectivo se asoció con la Biblioteca Patrimonial Recoleta Dominica para exponer una serie de libros antiguos en este espacio ubicado en el Museo de Artes Decorativas. "También nos interesa hacer otros cruces. Hay ciertas prácticas que están presentes en libros de artista 'contemporáneos', pero esas prácticas tienen una larga tradición. Entonces también nos interesa hacer esa relación, ya que creemos mucho en ese cruce de la investigación vinculada a la práctica artística, en este caso vinculada a la práctica curatorial", opina.
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